Al hablar sobre las etapas de desarrollo se tiende a inmediatamente pensar en los niños y las niñas. En la medida que continúamos adentrándonos en los procesos de cambio y crecimiento de las madres y padres durante la gestación, parto y posparto nos percatamos de la poca importancia que tradicionalmente se les ha dado al desarrollo de los/as criadores/as. La mayoria de los los libros sobre la maternidad y paternidad se enfocan en las etapas de desarrollo del feto, del/la bebé y del/a niño/a. Dándole énfasis en como nuestros estilos como madres y padres moldean a nuestro hijos e hijas. Sin embargo, pocos parecen tocan el tema del desarrollo de la madre y el padre.
¿No es esta relación interactiva? ¿A caso no pasamos nosotras y nosotros por distintas etapas según crecen nuestros hijos e hijas? ¿Quién moldea a quien?
Toda relación saludable entre seres humanos es una de carácter interactivo. La relación padre-madre-hijo/a no es una excepción. La realidad es que los padres y las madres moldeamos a nuestras crias hijos y/o ellos/as a su vez nos moldean a nosotros y nosotras. Esto se da de manera dinámica y cambiante. Sin embargo, dicho proceso no necesariamente se nombra y en muchas ocasiones sucede sin que sea claro como se está dando. Al darnos la tarea de buscar sobre este tema encontramos un libro maravilloso de Ellen Galinsky en las que presenta y describe «Las 6 etapas de la paternidad [maternidad]» (The Six Stages of Parenthood).
Primera Etapa
La primera etapa se da durante la gestación y se conoce como la etapa de la imaginación. Se distingue por la presencia de esperanzas e incertidumbre. A medida que se acepta el proceso de gestación, se da la preparación a los cambios de vida que conlleva el mismo y las expectativas sobre el parto están cada vez más presentes; no solo en el pensamiento sino también la conversación. Igualmente se tiende a imaginar como será la vida al iniciar el posparto. Como seremos como madres y/o padres y como será nuestro o nuestra bebé. Durante esta etapa, nos ajustamos a los cambios en las relaciones con nuestros padres, amigos y pareja.
Segunda Etapa
Con la llegada de bebé se marca el inicio de la segunda etapa. La misma se caracteriza por nutrir y cuidar. El enfoque es cubrir las necesidades de bebé a la luz de las expectativas ideadas durante la primera etapa. En la mayoría de los casos se comienza a notar como no necesariamente dichas expectativas se cumplen tal cual las imaginamos. Esto va sucediendo a la par del enfrentamiento del «cambio de identidad». Durante este cambio de identidad se busca/intenta diseñar un balance entre las necesidades nuestras y de bebé. ¿Dejamos de ser «yo» para ser «la mamá» y/o «el papá» de bebé? Sin duda ahora somos y seremos «la mamá de» o «el papá de» pero es importante reconocer esto como un rol y no como la definición de nuestra identidad. Ciertamente esto es una etapa en la que es muy importante trabajar el autocuidado. Esto con el fin de poder mantener el cuidado tanto de bebé como nuestro en un balance saludable. Durante esta etapa potencialmente cambia nuevamente nuestra relación de pareja y cambian nuestras relaciones con amistades y miembros de la familia.
Tercera Etapa
La tercera etapa se da entre los 2 y los 4-5 años. En ella, nuestros hijos y nuestras hijas nos invitan a un proceso de creación de límites aceptables. Durante este proceso se comienza a trabajar el balance de poder y autoridad, al igual que la aceptación de autonomía. De los 2 a 5 años nuestros hijos y nuestras hijas no solo están descubriendo el mundo que les rodea, sino también están comprobando de lo que son capaces. Típicamente durante este rango de edad se comienzan a vestir solos y solas, expresar sus deseos, en ciertos escenarios toman decisiones por si mismos y mismas, entre otras conductas que denotan autonomía de su parte. Esta etapa principalmente provoca el que nos cuestionemos las imágenes antes creadas de los “hijos perfectos y las hijas perfectas” y las “madres perfectas» y los «padres perfectos” que esperábamos ser y ver.
Cuarta Etapa
Desde los 5 años hasta la pre-adolescencia, nos encontramos en la etapa interpretativa. Mientras que nuestros hijos y nuestras hijas expanden su percepción del mundo más allá de la seguridad del hogar, nuestra tarea principal es asistir en la interpretación de ese mundo. Durante este proceso nos re-descubrimos nuevamente y nos re-interpretamos como padres y madres e individuos. Reforzamos nuestros valores y creencias para así transmitirla de manera más contundente. Contestamos preguntas a diario, preguntas filosóficas, espirituales, políticas, y sociales. Idealmente proveemos, además, a nuestros hijos y nuestras hijas con las destrezas e información necesaria para que continúen expandiendo su mundo de manera responsable.
Quinta Etapa
En la adolescencia, se nos presenta la etapa de la interdependencia. Una vez más nos miramos como padres/madres y nos re-evaluamos. Esta es una etapa de aceptar que nuestros y nuestras «bebes» son aún más independientes, que tienen sus propias interpretaciones del mundo y comienzan a estar más firmes en sus decisiones. Durante esta etapa nuevamente surge un proceso de negociar nuestras posturas de autoridad ya que nuestros hijos e hijas están definiendo sus identidades y potencialmente sus vidas sociales serán más activas. Típicamente querrán guiarse en la vida por si solos y solos y demostrar sus capacidades para dejar claro que pueden ser independientes. La comunicación es vital durante esta etapa para así poder estar al tanto de las ideas que nuestros hijos e hijas están concretizando y permitiendo que influencien sus conductas.
Sexta Etapa
La sexta etapa, la despedida, ocurre cuando nuestros hijos y/o nuestras hijas se van del hogar. Este periodo se caracteriza por la evaluación de lo realizado. Mientras los padres y las madres se preparan para despedir a sus hijos, realizan un recuento de sus vidas y re-evalúan su proceso de maternidad y paternidad. Se tienden a medir los logros y fracasos a la luz del cumplimiento de las expectativas que inicialmente se fueron construyendo desde la primera etapa. Durante esta etapa igualmente se redefinen roles, identidades y relaciones significativas. Los padres y las madres tienden a sentir que “cerraron capítulo” y que ahora pueden enfocar su tiempo en su autocuidado y muchas ocasiones en trabajar para cumplir metas y sueños que quizás pospusieron para poder estar más presentes durante las primeras etapas de desarrollo de sus hijos e hijas.
Moldeandonos mutuamente
Nos re-evaluamos y nos re-definimos a lo largo de nuestras vidas. Pero, como madres y padres, estamos más expuestos a esta transformación de manera frecuente. Para quienes criamos con consciencia, nuestros hijos y nuestras hijas nos mantienen en un crecimiento personal sostenido que solo podemos agradecerles. Nos moldeamos los unos a los otros, creando así nuestra definición de familia. El aceptar (en vez de resistir) que estamos en constante cambio y re-definición personal cuando estamos criando nos hace pasar por esta transición de manera más gentil.
Por: Dra. Marianela Rodríguez Reynaldo & Marenid Planell Camacho
La versión original de este artículo fue publicada el 27 de agosto de 2012 en Apoyo Posparto Puerto Rico: http://apoyopospartopr.blogspot.com/2012/08/creciendo-juntos-las-etapas-del.html